La primera traducción de Mein Kampf, "Mi Lucha", al castellano fue oficializada y autorizada por el propio Partido nacionalsocialista NSDAP para la España llamada "Nacional" y las facciones fascistas que, pronto, se enfrentarían a la República Española de izquierda y al comunismo, aquel cruento episodio sería recordado por el mundo como la Guerra Civil Española.
"Esta especie de libro autobiográfico, intercalado con ideas propias de la ideología política del nacionalsocialismo, tiene un origen circunstancial; pues, salvo su gusto por las historias mitológicas y conociendo ahora el nimio arte literario que jamás había manifestado Adolf Hitler antes de su fallido golpe de Estado, la concepción de este extenso documento panfletario no hubiese sido posible sin el desarrollo de ciertos eventos causales.
Como el lector habrá tomado en cuenta, no es menester elaborar una biografía sonante para poder explicar la aparición de Mein Kampf en 1925, mucho basta con las breves reseñas que aquel mismo nos proporciona. De hecho, sólo el primer capítulo de su libro será dedicado a contar ciertos aspectos biográficos que el autor considera de vital importancia en su futura carrera política. Pero mencionemos aquí algunos antecedentes que requieren inmediata consideración. Hitler nació en el Estado de Baviera en 1889; su infancia atormentada por el férreo trato de su padre y la humillada ―pero endiosadora― presencia de una madre que lo alentaba a ser un gran hombre, generaron en este niño un rudo carácter individualista, desprecio por la debilidad y un ego de artista autocelebrado. En Viena, su rebeldía quedaría tristemente forjada durante su adolescencia, tras la muerte de su madre y la negativa de las escuelas de arte a recibirlo por su indemostrado talento; la orfandad lo sumiría en un abandono moral que intentaría mitigar con un exacerbado patriotismo y una repulsión desmedida hacia los judíos a quienes culpaba de la indigencia que él y otros ciudadanos alemanes vivían por entonces. Declaró más tarde que su interés por salir de Viena y unirse al ejército alemán, se debió a que la mezcla de razas le ocasionaba “repugnancia”.
En 1914 tuvo su gran oportunidad, el asesinato del archiduque de Austria hizo estallar la Primera Guerra Mundial y Hitler se enroló en el ejército, luchando en el frente de batalla en Francia y Bélgica, además de servir como mensajero, ganando en dos ocasiones distinciones honoríficas por su resolución y coraje. En 1918 tras quedar atrapado en un ataque con gas venenoso, Hitler fue enviado al hospital para tratar la temporal ceguera que el ataque le había causado; al poco tiempo de su recuperación recibió la nefasta noticia que le hizo arrancarse la venda de los ojos: Alemania se había rendido y fue obligada a pagar reparaciones de guerra con la firma del Tratado de Versalles. A su regreso, sin familia, sin amigos, sin trabajo, Hitler decide permanecer al servicio del ejército inmovilizado, y, sin embargo, activo en campo alemán. Grupos paramilitares conformados por soldados desempleados tras la reducción del ejército y desarme de Alemania, por exigencia del Tratado de Versalles, continuaban las escaramuzas internas con el afán de destruir el débil gobierno soviético de Baviera; y para garantizar el repliegue comunista instauraron un frente de vigilancia político y militar para mantener su autonomía. Es precisamente aquí donde Hitler recibe la labor de informante en 1919, teniendo a su cargo vigilar las reuniones del Partido Obrero Alemán, el cual era nacionalista, pero se temía que fuese socialista o comunista. Tras una polémica intervención en una de sus reuniones Hitler se une al partido con un ideario propio y un insoslayable talento para el discurso mordaz, de cara al fascismo. Su talento llamó la inmediata atención de los socialdemócratas, nacionalistas e inversionistas judíos que vieron en él una oportunidad para mantener a raya la amenaza comunista, y comenzaron a apoyarle económicamente, no sin antes relacionarlo con amistades privilegiadas. Dentro de los altos círculos sociales donde ahora frecuentaba conoció a Rudolf Hess, Hermann Göring, Ernst Hanfstaengl y Alfred Rosenberg.
Siendo ya el líder, el portavoz y la imagen visible de su partido, renuncia al ejército en 1920 para avocarse a la refundación y administración del ahora Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP). Hitler recurre al amedrentamiento de sus adversarios políticos con la ayuda de un escuadrón de excombatientes, “camisas pardas” o las SA, comandados por Ernst Röhm, a quienes compensaba ecuménicamente por sus servicios para así favorecerse políticamente, estableciendo el temerario e indiscutible “principio del liderazgo”. Alentado por este crecimiento, Hitler se sintió capacitado para tomar el poder, pero concluyó primero que necesitaría del apoyo de las fuerzas políticas de Baviera y de sus guarniciones militares.
En 1923, Francia procede a invadir terreno alemán, la razón había sido el retraso del pago de reparación de guerra a este país. El gobierno alemán del presidente Hindenburg, convocó a la resistencia no violenta de su nación, pero esta actitud no dio resultados y se tuvieron que reanudar los pagos; el Canciller alemán Stresemann ya preveía la insatisfacción de los nacionalistas y comunistas, así que declaró estado de emergencia nacional y armó de autoridad al comandante del Ejército, el General Hans Von Seeckt. Pero el tradicionalmente autónomo Estado de Baviera no estaba dispuesto a aceptar esta autoridad central e inmediatamente propuso su propio estado de emergencia con el ministro Gustav Von Khar al mando. Hitler vio en esta coyuntura de inestabilidad política la oportunidad que necesitaba para realizar su marcha hacia Berlín, pues había logrado insertar en las filas de su partido al anciano General Erich Lundendorff con quien esperaba contar para ganarse el respaldo del ejército llegado el momento. Sin embargo, ante la negativa de Von Khar de trazar acuerdos comunes con Hitler y sus aliados para resolver la delicada situación, y ante la amenaza de Stresemann de arrestar a los líderes nacionalistas y usar la fuerza contra el estado bávaro; Hitler veía reducidas sus posibilidades de escalar en el poder. Él pensaba que Von Khar dimitiría ante el Gobierno central restableciéndose así el orden o, en el peor de los casos, que éste lograra su cometido y se impusiera la independencia de Baviera. Por estas razones Hitler efectuó el arriesgado plan de secuestrar a Gustav Von Khar, al comandante del Ejército en Baviera y al jefe de la policía regional; intentaría convencerlos de pasarse a su bando, marchar hacia Berlín y tomar el poder por la fuerza.
Llegado el 8 de noviembre de 1923, Hitler y su comando de “camisas pardas” irrumpen en una reunión de líderes de todas las facciones políticas, liderada por Von Khar en una cervecería a las afueras de Múnich. Tras ello realiza una proclama revolucionaria nacional, anunciando que formaría un gobierno provisional con el apoyo de Von Khar y los mandos militares locales, pero estos últimos, aprovechando de la ingenuidad del anciano Ludendorff, huyen del recinto y organizan una ofensiva contra los golpistas. Es así que el 9 de noviembre Hitler ve diezmada su fuerza de ataque, cuando le informan que su unidad militar nazi comandada por Ernst Röhm fue traicionada y que yacía rodeada en el Ministerio de Guerra; pero Hitler fue convencido por el General Ludendorff de que el ejército y la policía no dispararían contra él y se le unirían; así que tomaron la calle, ante lo cual la policía no se replegó, abriendo fuego contra la cadena humana de Hitler y sus partidarios, iniciándose un tiroteo. La reyerta trajo como resultado la muerte de catorce golpistas y cuatro policías. En el caos imperante Hitler alcanzó a huir con un brazo herido y se refugió en la casa de Ernst Hanfstaengl, donde finalmente fue arrestado y se dice sin prueba alguna que antes de ello intentó suicidarse.
Fue arrestado el 11 de noviembre, bajo el cargo de alta traición y de ser enemigo del Estado. Al mando de su partido, Alfred Rosenberg asumiría el liderazgo temporalmente. Para Joachim Fest, el fracaso del golpe marcó un antes y un después en el aprendizaje de Hitler e inició su verdadera entrada en la vida política.
Su juicio en febrero de 1924, atrajo la atención internacional, y lo aprovechó como plataforma política para difundir su movimiento. Hitler impresionó a los jueces con su convincente discurso nacionalista, y tuvo tiempo casi ilimitado para hablar en su defensa, asegurando ante el tribunal que lo único que había intentado era devolverle el orgullo a su nación. Ante la sorpresa de todos, mientras los demás participantes del golpe como Lundendorff declaraban su inocencia o se deslindaba de toda responsabilidad a personajes como Gustav Von Khar por supuesta coacción, Hitler se declaró culpable; asumió la responsabilidad por el atentado y especificó ser culpable de velar por los intereses del pueblo alemán, y que eso no debería ser un crimen. “No existe la alta traición contra los traidores de 1918”, dijo, refiriéndose a los líderes “cobardes” que dieron por perdida la Gran Guerra, aquel parlamento “incompetente” que firmó el Tratado de Versalles y que trajo la ruina económica a su nación.
En abril de 1924, la Corte declaró a Hitler culpable de traición para el regocijo de sus adversarios. Pero fue sentenciado a una multa de 200 Marcos de Oro y a sólo a 5 años de prisión en la fortaleza de Landsberg, cuando la Constitución estipulaba cadena perpetua para este tipo de crímenes. Su tiempo en prisión se acortaría debido a beneficios penitenciarios que le dieron el derecho a solicitar la libertad condicional pasados nueve meses. Durante su estancia en la prisión Hitler recibió un trato privilegiado por parte de los guardias y se le permitió recibir cartas y visitas; aquello lo mantenía bien informado sobre las acciones de su partido.
Estos fueron en esencia los acontecimientos que lo llevaron a redactar Mein Kampf durante su estancia en la prisión. La idea fue propuesta por Gregor Strasser, por entonces nuevo líder del NSDAP. Irónicamente Hitler sentía cierto desdén por los escritores, como deja ver en el prólogo de su libro: “El progreso de todo Movimiento trascendental en el mundo se ha debido, generalmente, más a grandes oradores que a grandes escritores”. Por eso se dijo que, a manos libres, dictó el contenido de Mein Kampf en el verano de 1924 a diversos secretarios, siendo Rudolf Hess el más compenetrado por acompañarle en prisión tras haber participado en el frustrado golpe de estado. Pero resaltemos que no todo el libro fue escrito en Landsberg, así que Hittler debió terminar el mecanografiado del primer volumen por su cuenta, tras su libertad condicional, en la casa de retiro de Berchtesgaden. El libro sería financiado en gran parte por su amigo Ernst Hanfstaengl, quien editaba libros de arte en América. Inicialmente Hitler quiso titularlo Cuatro años y medio de lucha contra las Mentiras, la Estupidez y la Cobardía. Ciertamente se trataba de un título impactante a juicio de su autor, pero su editor y coordinador de las publicaciones nazis, Max Amman, le sugirió un título más corto, rotundo y comercial. Hitler aceptó y el 18 de Julio de 1925 se publicó en Alemania un primer volumen del libro titulado Mein Kampf (Mi lucha), bajo la supervisión de la casa editorial del Partido, la Franz Eher Nachfolger GmbH.
El libro tiene características autobiográficas; pero en este también se mencionan algunos acontecimientos políticos de la época, así como una exposición ideológica de sus planes de gobierno en un futuro Estado alemán nacionalsocialista. Enfatiza su amor por los orígenes, la “pureza” y cultura del pueblo alemán, denunciando que existía un complot judío para destruir la economía y cultura alemana en pro del dominio mundial, culpándolos directamente a ellos y a los comunistas por la derrota de la Primera Guerra Mundial y que había que erradicar tales “plagas”. Una de sus fuentes de inspiración es el libro El judío internacional (1920), del famoso industrial y antisemita estadounidense Henry Ford, financiero de Hitler; él es el único ciudadano estadounidense citado en Mein Kampf. También resalta que las hostilidades franco-germanas acabarán sólo con la destrucción de Francia; y reivindica la vieja idea nacionalista de movilizarse hacia el Este, aquella necesidad de ganar “espacio vital” para los alemanes, sugiriendo la invasión de los Sudetes a expensas de Rusia (la URSS), pese a que allí ya estuvieran asentados algunos pueblos; pero Hitler insiste en derechos históricos que reclaman para Alemania aquellas tierras.
Hitler se hacía ver a sí mismo como el “Übermensch” (superhombre), basándose en la filosofía del alemán Friedrich Nietzsche, como lo menciona en su libro Así habló Zaratustra. Un superhombre capaz de generar su propio sistema de valores, considerando bueno aquello que proceda de su voluntad de poder. Destaca la importancia de la identidad étnica y de cierta homogeneidad racial para que una sociedad se imponga y conserve su energía creativa, señala que su principal obstáculo es el sistema partitocrático parlamentario que debería ser abolido para la unificación alemana. Max Amann esperaba que Hitler escribiera su autobiografía y que se enfocara en el golpe de Múnich, por la fama que este evento había alcanzado a nivel internacional en favor del Partido Nazi, lo cual aseguraría muchos lectores; pero Hitler apenas lo menciona y evita el tema alegando que las fuerzas de represión nacional ―la policía y el ejército bávaros— habían obrado de buena fe, siendo muy probable que haya optado esta postura para no enemistarse con estas fuerzas políticas antes de tiempo.
El libro fue publicado en dos volúmenes. El primer volumen, titulado “Retrospección”, fue publicado en otoño de 1925 al precio de doce reichsmark, alrededor de tres dólares estadounidenses de la época. Durante el primer año se vendieron apenas diez mil ejemplares. Pese a que los nazis arguyeron haber vendido 24 000 ejemplares en el primer año, con tendencia alcista, los documentos que los Aliados confiscaron a la editorial nazi en 1945, desmintieron estas afirmaciones; en realidad el libro se vendió lentamente y las ventas no mejoraron en los siguientes años. En 1928, se publicó el segundo volumen, titulado “El movimiento nacionalsocialista”; pero las ventas cayeron a menos de la mitad en comparación con el año anterior. Después de que el Partido Nazi perdiera las elecciones ese año, Hitler creyó que las razones de su fracaso electoral y editorial eran porque el público no había entendido a cabalidad sus ideas. Así que se retiró a Múnich para hacer una continuación del Mein Kampf centrada en la política exterior. La editorial del partido nazi no auguró resultados positivos para este nuevo libro, debido al escaso índice de ventas de su primer libro o porque revelaba demasiado sobre sus propósitos bélicos; así que fue guardado por su editor y no se supo de su existencia hasta 1958 (En 1962 la editorial española Juventud lo publicaría con el título Raza y destino). Sin embargo, la Gran Depresión en Europa incrementó la popularidad del NSDAP, al igual que las ventas de Mein Kampf; otra causa pudo ser el hecho de que en 1930 se publicara una edición más económica del libro. De este modo, hacía 1932 ya se habían vendido en Alemania 80.000 ejemplares.
En 1933, cuando Hitler llegó al poder como absoluto “Führer” (líder), las ventas del libro se incrementaron, vendiéndose hasta un millón de ejemplares, siendo el libro más vendido durante este período, después de la Biblia. El ritmo de las ventas prevaleció hasta la caída del régimen nazi. Debido a que la principal fuente de ingresos de Hitler era la venta de su libro, en 1933 ya podía disfrutar de sus derechos de autor de manera holgada. Se había vuelto millonario y se convirtió en el autor alemán más próspero de su nación.
Durante el gobierno de Adolf Hitler, se acostumbraba regalar a los novios la edición especial de los dos volúmenes el día de su boda, y se regalaba también a los estudiantes cuando se graduaban. También hubo una edición de mochila que desde 1940 los soldados debían portar en sus campañas para no menguar la confianza en el Tercer Reich. Incluso los ciegos podían leer Mein Kampf, ya que se vendía una edición en braille. Al final de la guerra se habían distribuido sólo en Alemania aproximadamente 10 millones de ejemplares del libro, y había sido traducido a dieciséis idiomas"...
De la presentación de Mi Lucha, sello editorial Funesta, 2021