miércoles, 11 de mayo de 2016

PSICOSIS Y EL DESLIZ DE ROBERT BLOCH





  La novela emblemática de Robert Bloch "Psicosis" seguirá siendo un icono indiscutible de la literatura de horror y de suspenso.

    Robert Bloch, pasó gran parte de su vida influenciado por H. P. Lovecraft, con quién mantuvo una menuda correspondencia y a quien le debe en parte su universo terrorífico. Fruto de esas experiencias, escribió ambiciosas novelas de horror y abundantes cuentos donde plasmaba sus inquietudes y a su vez fortalecía la mitología lovecraftniana. Además fue promotor de las publicaciones en magazines de ciencia-ficción, e incursionó en la cinematografía escribiendo guiones, como por ejemplo para Star Trek. Fue en 1959 cuando ideó la historia de Psicosis.

    Psicosis lo catapultaría a la fama de la singular mano del director del film que posteriormente llevó esta trama al cine, me refiero a Alfred Hitchcock. Psicosis, ambientada en un desolado paraje con un viejo hotel junto a una carretera, narra la terrible historia del dueño del hotel Norman Bates, y del oscuro pasado que lo acompaña. Un transtorno mental y una terrible experiencia infantil que lo llena de culpa, lo convierte en una especie de asesino serial asolapado, que tras la inocente fachada de su personalidad, esconde a un perturbado joven obsceno y a una horrible anciana celosa de su hijo mimado, ambos en una sola persona. 
    El desenlace  de la historia proyecta a sus personajes hacia un desesperado intento por escapar de este criminal, y que por una insignificante coincidencia darán con la verdad del misterio que se esconde en el Hotel.
    Desafortunadamente el libro no se ha publicado masivamente, como era de esperarse. El público siguió viendo en la película de Hitchcock la obra de un excelente director, quedando a la sombra el autor de su argumento. Posteriormente Robert Bloch hizo una segunda parte de la historia de Psicosis, que no tuvo ya la trascendencia literaria del anterior, y con la que tampoco pudo lucrar para sacudirse de la supuesta estafa que le hizo la productora de la película. 
    Ese sería el triste episodio de un escritor que no supo negociar los derechos de su famoso libro, y que, al escribir una segunda parte para lucrar con la reputación del primero, hizo que se viera deshonesto e inverosímil, según la percepción del público que no la compró, por lo que ningún cineasta tampoco quiso llevarla al cine a riesgo de una inversión insulsa.

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